Sí a la educación diferenciada


José Luis Mota




Uno de los debates, que se plantea la actual comunidad educativa es si la educación para los adolescentes debe darse en centros en los que convivan los adolescentes de los dos sexos, sin pararse a considerar que existen diferencias muy importantes entre alumnas y alumnos, que no, por tener la misma edad, deben recibir un modelo de educación idéntico. Desde que la educación se generalizó para toda la población, en el siglo XIX, siempre han coexistido centros con educación diferenciada para chicas o chicos, centros mixtos y centros de coeducación.

La defensa de la coeducación y su implantación generalizada y obligatoria hunde sus raíces en la ideología feminista: que ve como necesario la convivencia en los mismos centros de los varones y las mujeres adolescentes porque así a éstas se les asegura tener las mismas oportunidades que ellos. No se tuvo en cuenta –porque no se había hecho estudios suficientes- de cuáles eran los ritmos de aprendizaje en unas y otros. Ahora se puede observar que ellas, por ser más sosegadas, receptivas, y ordenadas aprenden con más disciplina y presteza. También los chicos para algunas áreas o asignaturas reclaman un trato diferenciado. Muchos países europeos y del área occidental, sí han hecho estudios de niveles y ritmo de aprendizaje en chicos y chicas y empiezan a tener en cuenta la importancia de aulas y centros diferenciados en los que las chicas y los chicos aprendan a su ritmo. Nos toca aprovecharnos de esas experiencias y “no echar por la borda” lo que nosotros hayamos adelantado en los últimos años.