La polémica de la supresión de la pena de muerte


José Luis Mota



Siempre que ha saltado a los medios de comunicación la noticia del secuestro de un niño, que luego aparece muerto, la indignación interior que produce un hecho tan vil, lleva a pensar que sería necesario volver a resucitar la polémica de la supresión de la pena de muerte. También en otros casos, que indignan, se habla de “la cadena perpetua” pero suprimiendo la redención de penas” y que las condenas que imponen los jueces se cumplan a rajatabla. Si se quiere ser justo es necesario actuar con sentido común (que eso es lo que tratan de reflejar las leyes cuando están elaboradas, con sabiduría, por personas como los juristas, expertos en razonar; y propuestas, con prudencia, por los políticos que la valoran como una ley oportuna y valiosa para el bien de la sociedad y los ciudadanos).

Las penas que acompañan a la comisión de delitos pueden tener diversas finalidades; ejemplarizante (para que los ciudadanos se abstengan de cometer ese delito); vindicativa (la sociedad toma venganza del que le ha hecho daño); o cautelar (al delincuente se le priva de la libertad: el ingreso en prisión, para que no siga haciendo daño). Cuando ante la indignación de un sucedido delictivo se reclaman este tipo de penas “extremas” es que los ánimos se han caldeado y puede fallar la cabeza fría y serena que permita legislar con sensatez y prudencia.