La “Reserva” de la sabiduría animal
Remedios Falaguera
Decía San Antonio María Claret en sus Escritos autobiográficos que El Espíritu Santo le espetaba: “Perezoso, aprende de la hormiga la prudencia (Prov. 6, 6), y yo la aprenderé no sólo de la hormiga, sino también del gallo, del burrico y del perro”. Y añadía: “El burrico es un animal muy paciente; lleva las gentes y las cargas y sufre los golpes sin quejarse. Yo también debo ser muy paciente en llevar las cargas de mis obligaciones y sufrir con resignación y mansedumbre las penas, trabajos, persecuciones y calumnias”.
Es más, si nos acostumbramos a descubrir que mucho de lo que es Dios lo podemos conocer a través de la naturaleza y de la ley natural, no resulta extraño que al reflexionar sobre las palabras de Isaías, Perros mudos, que no pueden ladrar (Is. 56, 10), este gran santo hiciera hincapié en las cualidades del perro como estimulo en la practica de las virtudes necesarias para nuestra vida personal, social y espiritual.
Decía así: “1º. El perro es un animal tan fiel y tan constante compañero de su amo, que ni la miseria, ni la pobreza, ni los trabajos, ni otra cosa alguna es capaz, de hacerle separar de su dueño. l o mismo debo hacer yo; tan fiel, tan constante he de ser en el servicio y amor de Dios, que pueda decir con el Apóstol que ni la muerte, ni la vida, ni otra cosa alguna pueda separarme.
2º. El perro es más leal que un hijo, más obediente que un criado y más dócil que un niño. No sólo hace voluntariamente lo que el amo le manda, sino que además mira la cara del amo para conocer su inclinación y voluntad, a fin de cumplirlas sin esperar que se lo mande, lo que hace con la mayor prontitud y alegría, y aun se hace participante de los afectos del amo; por manera que es amigo de los amigos del amo y enemigo de sus enemigos. Yo debo practicar todas estas bellas cualidades en el servicio de Dios, mi querido Amo. Sí, gustoso haré lo que me mande, estudiaré su voluntad para cumplirla, sin esperar que me mande; ejecutaré con prontitud y alegría todo lo que disponga por sus representantes, que son mis Superiores. Seré amigo de los amigos de Dios y trataré a los enemigos de Dios como El disponga, ladrando contra sus maldades para que desistan de ellas.
3º. El perro vigila de día y por la noche redobla su vigilancia; él guarda la persona del amo y todas las cosas que al amo pertenecen; él ladra y embiste a cuantos conoce o barrunta que pueden perjudicar a su amo y a sus intereses. Yo debo procurar vigilar continuamente y declamar contra los vicios, culpas y pecados, y contra los enemigos del alma.
4º. El perro el mayor gusto que tiene es el estar y el andar a la presencia de su amo. Yo procuraré andar siempre con gusto y alegría a la presencia de Dios, mi querido Amo, y así no pecaré nunca, y seré perfecto, según aquella palabra: Ambula coram me, et esto perfectus (Gen. 17,1: Anda en mi presencia y se perfecto.)”.
Tienen razón los que afirman que no podemos atribuir cualidades humanas a criaturas que no lo son. Pero, ¿podemos tenerlos como referentes, como símbolos, en esto de mejorar nuestros hábitos, cualidades y valores del ser humano?
Les cuento. A lo largo de estos últimos meses, y mientras uno de mis hijos elaboraba un trabajo de investigación sobre los delfines, me sorprendió su enfoque: las ciencias naturales y las ciencias humanas van muy unidas. Si he de ser sincera, no sé que pensar.
¿Puede aprender el ser humano de los delfines? ¿Qué hábitos de estos encantadores animales pueden ser una pauta para la cultura global del ser humano?
A lo largo de su investigación, se propuso demostrar que el hombre puede aprender a “emerger del agua” (Delphis) para generar a su alrededor un clima de confianza, lealtad, vitalidad y humor, propios de este simpático animal. Para ello, se apoyó en el estudio de sus generalidades, su comportamiento y comunicación, su hábitat y su adiestramiento. De esta forma, pudo observar que, los delfines, como el ser humano, están hechos para vivir en comunidad, para compartir, para dar lo mejor de sí mismos en beneficio de los demás. Como dice la periodista chilena y Doctora en Educación, Mónica Herrera, en su artículo Lecciones de los delfines para los líderes, “los delfines se cuidan, ayudan y protegen con transparencia, dedicación y eficacia. Sin exterminarse entre ellos, en una demostración de una éti¬ca natural orientada a la vida. No exigen primacía ni derechos”.
Un ejemplo: Cuentan que para proteger los barcos norteamericanos de ataques iraquíes durante la Guerra del Golfo, la Marina de los Estados Unidos llevó delfines entrenados en patrullar alrededor de las naves para descubrir merodeadores, a manera de perros guardianes. Pero la estrategia de defensa falló cuando apareció una manada de delfines árabes; sí, habitantes del Golfo Pérsico. Los delfines norteamericanos decidieron que era mejor hacer nuevas amistades que hacer la guerra, y se fueron a jugar con ellos. Todo un ejemplo, ¿no les parece?
Es impresionante la comunicación que estos animales pueden mantener con el ser humano, ya que , además, de ser considerados por los expertos como los animales más sociables del mundo (son capaces de comunicarse mediante unos 30 sonidos diferentes), también emplean sus aletas laterales como manos para transmitir saludos, muestras de tranquilidad, etc.
Debe ser la razón de que en estos últimos años se este generalización la delfinoterapia como terapia neurológica, no solo para mejorar discapacidades psíquicas, sensoriales y emocionales, sino para la rehabilitación de adicciones tales como el alcohol o las drogas. De hecho, como dicen los expertos, para aprender a navegar en un océano de incertidumbres nada mejor que mejorar, como bien saben los delfines, la armonía con nuestro entorno natural, la sabiduría, el equilibrio, y la destreza. ¿Sentimos la prioridad de cuidarnos, protegernos y auxiliarnos como seres sociales que somos para trabajar en común: en beneficio individual, en beneficio de la comunidad y en beneficio de la especie, desarrollando nuestra inteligencia natural, nuestra voluntad y nuestros sentimientos?
Resulta curioso observar que mientras los delfines se ayudan y protegen con dedicación y eficacia usando todos los medios a su alcance: sonidos, actitudes corporales y roces, para comunicarse entre ellos, para crear entre ellos redes de protección, ayuda y juego, sin exterminarse entre ellos; los seres humanos nos empeñamos en reflejar el odio, la indiferencia y la brutalidad del ser humano por el propio ser humano.
Les pongo un ejemplo: Nos hemos acostumbrado a leer en los periódicos, con un grado de indiferencia preocupante, titulares como “Hallan con vida a una recién nacida en una bolsa de plástico”,“Una pareja francesa tenía bebés congelados”, o “Encuentran en Brasil a un bebé enterrado vivo”.
Y es en este momento dónde me asaltan las dudas:¿Porqué nos exterminamos los hombres mientras los animales se auxilian y se protegen? ¿Dónde quedó el respeto y la protección por la vida del ser humano? ¿Por qué no ser ecológicos también en la vida humana? ¿Por qué nos emborrachamos hasta perder el sentido por todo lo natural y nos negamos a ser naturales a la hora de vivir las normas de una Ley (natural) - universal e inmutable- inscrita en el corazón del hombre como base de los deberes y derechos fundamentales de la persona y, por tanto, de la sociedad?
¿Qué es lo universalmente válido en la naturaleza humana, lo que permite al hombre discernir entre el bien y el mal, la verdad y la mentira,… y que le lleva a la Felicidad?
Y es entonces, cuando la voz de la naturaleza del hombre- ese “Pepito grillo” que todos llevamos dentro y que nos despierta la conciencia - nos responde que sus reglas mas preciadas son:
-No matarás al niño que llevas en tu vientre
-No cometerás adulterio
-No robarás
-Honrarás y protegerás a tu padre y a tu madre y no los matarás cuando sean viejos
-No darás falso testimonio (ni mentiras) contra tu prójimo.
-No codiciarás los bienes , y menos aún, a la compañera de tu prójimo
¿Qué le está pasando a la humanidad? ¿Nos equivocamos al pensar que los animales son las criaturas a adiestrar, o somos los seres humanos los que, por tener nuestras capacidades físicas, humanas y sobrenaturales entumecidas, deberíamos dejarnos dirigir por sus “lecciones” en nuestro propio beneficio? Me temo que aun nos queda mucho por aprender de estos elegantes animales, que tanto en el océano como en las piscinas artificiales creadas para su adiestramiento, nadan veloces, con flexibilidad, con gracia, se adaptan al medio, con el único objetivo de viajar a través de las olas, sin estrellarse en los obstáculos, ni gastar energía en nadar contra la corriente.
En definitiva, ¿Qué mejor ejemplo para el hombre que estos simpáticos animales que “emergen del agua” (Delphis) para generar a su alrededor un clima de confianza, lealtad, vitalidad y humor, para dar lo mejor de sí mismos en beneficio de los demás?
Anexo
La Reserva de la sabiduría animal
No quisiera cerrar esta exposición sin hacer un elenco de otras conductas en los animales que bien podían ser imitadas por el hombre, o cuanto menos, sacar una enseñanza que nos haga reflexionar.
A pesar de que el ser humano, generalmente, consideramos a los animales como criaturas inferiores, creadas, solo y exclusivamente, para cubrir nuestras necesidades; no podemos caer en la arrogancia.Dejar pasar esta oportunidad de reflexionar sobre las cualidades de algunos animales, muchas de ellas semejantes a las nuestras, sería considerado por muchos como un disparate y una necedad.
Aquí tienen una pequeña muestra de la sabiduría popular en la que se relacionan las cualidades positivas que percibimos de los animales y que bien podrían ser modelo de la conducta humana.
En boca cerrada no entran moscas
Tener mirada de águila
Camarón que se duerme se lo lleva la corriente
Tienes más paciencia que una araña
Más vale ser cabeza de ratón que cola de león
Imita a la hormiga, si quieres vivir sin fatiga.
No hay mejor doctrina que la de la hormiga.
No pica la abeja a quien en su paz la deja
Por el canto se conoce al pájaro
¿Adónde irá el buey que no are... sino al matadero?
La vaca bramadora, llama al lobo que la coma
El hombre que controla sus sentidos es como la grulla
Eres:
Astuto como un viejo zorro
Más fiel que el perro del hortelano
Más fuerte que un toro
Más madrugador que un gallo
Más limpio que gato
Más prudente que paloma
Laborioso que hormiga
Solidario que una abeja
Tenaz como un burro
Más astuta que una serpiente
Más sabio que un búho
Paciencia que una araña
Manso como un buey