La lucha contra el sida y los niños
José Luis Mota
Es una pena, que, al final, también tengan que ser los niños los que paguen el capricho de las parejas, que no supieron controlar su sexualidad, y han transmitido a los hijos esta terrible enfermedad. Los datos asustan.
La Organización mundial de la salud (OMS) calcula que 33,2 millones de personas en el mundo están infectados con el virus del sida; y que 2,1 millones murieron por esa enfermedad en 2007. Un informe conjunto de la OMS y Naciones Unidas sostiene que más de dos millones de niños en el mundo tenían VIH (el virus del sida) en 2007; y que la mayoría lo habían contraído antes de nacer. El 90% de los casos que se dan en la infancia se concentran en la región del Africa subsahariana. Son unos datos escalofriantes que piden a gritos si hay algún lugar en el mundo donde se ha hecho algo que reduzca esas cifras y se haya conseguido, por tanto, mejorar los resultados en la lucha contra la enfermedad. Los medios más corrientes por los que se transmite el virus del sida son los humores corporales; por eso, antes de aceptar a un donador, se analiza su sangre para ver si es portador del virus. Siempre han sido un grupo de riesgo los heroinómanos que se intercambian las jeringuillas para inyectarse. Otro medio habitual de contagio, quizá el que más ha contribuido a la extensión de la pandemia (epidemia de carácter universal) ha sido la transmisión sexual: en personas que frecuentan colectivos con un alto nivel de promiscuidad (reiterado cambio de pareja: heterosexual, homosexual o prostitución); a los que ahora se añaden, con esos datos dolorosos, la transmisión de madres a hijos.
Los Estados, que intentan reducir este mal, no difunden, en sus campañas de prevención para la gente joven, que eviten esos contactos sexuales de riesgo. Hay un reciente ejemplo de un país que aplicó de una manera eficaz, un programa de lucha contra el sida: Uganda. Alrededor de 1990 la población infectada del sida alcanzó el 20%, que ha bajado recientemente a un 6%, como cuenta en una entrevista Angelina Kakooza-Mwesige, pediatra del hospital Mulago, el más grande del país. Su experiencia es que la solución no es «más preservativos», sino cambios en la conducta sexual, lucha contra la pobreza y la mejora del estatus social de las mujeres.
El mensaje —que ha estado apoyado por el presidente del país, y muchas instituciones educativas- sobre el cambio de comportamiento fue muy claro y práctico:
a) (abstinente- abstenerse de relaciones sexuales hasta el matrimonio), b) (befaithfull ser fieles a la pareja) y si no se vive lo anterior c) (condón, o para otros carácter- coraje). El hecho es que la campaña abc produjo un cambio de conducta: personas sexualmente activas decidieron ser fieles a una sola pareja y otras resolvieron retrasar el comienzo cíe las relaciones sexuales. En 2004, según las estadísticas, el 93% de los ugandeses había cambiado su comportamiento sexual para evitar el sida.