Mucha gente corre y hace cosas, pero ¿son las que deben hacer?
Llucià Pou Sabaté
«Madurar» es crecer en los objetivos, tanto personalmente como en el desarrollo de una tarea, es conseguir unos fines en un proceso continuo hasta llegar a lo que se debería ser «su plenitud». En el terreno espiritual, abarca aspectos emocionales, psicológicos... Mucha gente corre y hace cosas, pero ¿son las que deben hacer? ¿Aprovechan esas cosas que hacen para convertirlas en experiencia de vida, y crecer por dentro, o se quedan vacías, como las piedras que dejan pasar el agua pero no se empapan por su vitalidad? Ante la inmadurez de una sociedad que no sabe qué es lo importante, se hace más necesaria que nunca la educación de la madurez.
Nos puede ayudar la historia que se cuenta de un experto asesor en gestión del tiempo que quiso sorprender a los asistentes a su conferencia. Sacó un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño, y preguntó: "¿Cuantas piedras piensan ustedes que caben en este frasco?". Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que lleno el frasco. Luego preguntó: "¿Está lleno?". Todo el mundo le miró y asintió. Entonces sacó un cubo con gravilla. Metió parte de la gravilla en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes. El experto sonrío con ironía y repitió: "¿Está lleno?". Esta vez los oyentes dudaron. La mayoría dijeron que no. Entonces puso sobre la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava. Preguntó de nuevo: "¿Está lleno?". Ahora todos dijeron unánimemente que no. Por último, tomó una jarra con un litro de agua y comenzó a verterla en el frasco. El frasco aún no rebosaba. Entonces preguntó: "¿Qué conclusión podemos sacar?". Un alumno respondió: "Que no importa lo llena que esté tu agenda; si sabes organizarte, siempre puedes hacer que quepan más cosas". "¡No!, -repuso el experto-, lo que nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después. ¿Cuales son las grandes piedras en tu vida? ¿Dios, la familia, la amistad? Recuerda, ponlas primero. El resto encontrará su lugar."
Es una reflexión que nos hace pensar que el orden no ha de ser tanto exterior, que siempre ayuda a vivir bien (“guarda el orden, y el orden te guardará a ti”) sino en primer lugar un orden interior, donde nos encontramos dirigiendo las cosas hacia un fin, y ahí se sitúan primero las personas, a las que hay que atender por encima de las cosas, para que ese cuidado de las cosas materiales no se conviertan en esclavitud o manías, como una dependencia que absolutiza lo circunstancial y descuida lo importante. Por eso se dice también que “lo importante está por encima de lo urgente”. Y qué fácil es cuando seguimos el consejo de Jesús: “Marta, te preocupas de muchas cosas... una sola cosa es necesaria”.