Valores familiares del siglo XXI
José Luis Mota
Hay dos aspectos de la vida de la mujer que son buenos y necesarios para su despliegue humano y su desarrollo como persona: realizar su deseo profundo de ser madre y tener un trabajo con el que contribuya al esfuerzo común de mejorar la vida social. Pero como estas dos aspiraciones, maternidad y trabajo, son ambiciosas, han de estar engranadas, repartiendo entre ellas lo que es limitado: las propias fuerzas y el tiempo disponible.
Esta reflexión surge de la encuesta realizada por Margarita Delgado, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con entrevistas a 9.767 mujeres (800 de ellas inmigrantes) para estudiar la postura de la mujer ante la fecundidad y los valores familiares en la España del siglo XXI. Esta encuesta llevó a algunos a deducir que la maternidad había perturbado la vida laboral de muchas mujeres. No es un descubrimiento que la maternidad sea una dificultad para la vida laboral, como también lo es para la vida deportiva, para viajar o para salir frecuentemente a cenar.
El 28% de las mujeres profesionalmente activas que han tenido hijos aseguran que se vieron obligadas a reducir su actividad. Otro 28% tuvo que interrumpir su trabajo, al menos durante un año. El 21% cree que la maternidad limitó sus oportunidades de promoción en el trabajo. Un 8,2% sostiene que por ser madre sufrió discriminación laboral. Y el 18% manifiesta que dejó definitivamente de trabajar por su maternidad.
En España, se ha elevado la tasa de empleo femenino hasta el 53,2% (en Suecia y Dinamarca superan el 70% y la media europea está en el 57,3%). En esos países en los que el empleo femenino es muy alto, la fecundidad (número de hijos por mujer) es de 1,80, muy por encima de la de España, 1,54. Sin embargo, las mujeres encuestadas, cuando se les preguntó por los hijos que desearían tener, subieron la media a 2,5, lo que manifiesta que hay una demanda insatisfecha de natalidad.
El 70% de las encuestadas cree que el modelo ideal de convivencia familiar es aquel en el que ambos cónyuges tienen un trabajo de similar dedicación y se reparten por igual el cuidado de los hijos y las tareas de la casa. Pero sólo un 47% dice que vive en una familia de esas características.
La incorporación al trabajo de un alto porcentaje de mujeres llevó, en un primer momento, a pensar que era inevitable que tuvieran que aparcar sus deseos de maternidad o renunciar a la atención de su familia. Pero cada vez se perfilan más soluciones, que los gobiernos o las empresas encuentran, para que la mujer pueda compaginar trabajo y familia: horarios de entrada y salida más racionales, y flexibles; permisos de maternidad remunerados, y ahora los 15 días de paternidad; horas para la lactancia; apertura de guarderías próximas o en los mismos centros de trabajo... Por otro lado, el Estado con las ayudas a las familias (por hijos, en efectivo, en servicios, en beneficios fiscales...) tiene un peso importante a la hora de facilitar la maternidad.