50 años de "Sí, quiero"
Remedios Falaguera
En estos tiempos en que la fidelidad matrimonial está demodé se agradece que los informativos nos alegren la velada con noticias como esta: El Ayuntamiento de León ha presentado el programa de actos de la VIII Semana Municipal de las Personas Mayores con el Homenaje Bodas de Oro, en el que participarán 272 matrimonios leoneses que han cumplido en fechas recientes los cincuenta años de vida en común.
Según Ana Guada, concejala del Mayor, “Este acto emotivo y sencillo supondrá un reconocimiento a estos matrimonios que han tenido una larga vida en común, vidas que han contribuido a que hoy todos disfrutemos de una sociedad mejor”.
A pesar de lo que muchos piensan, saber que existen matrimonios que se prometieron amor eterno y que cada día que pasa se quieren más, nos llena de satisfacción y nos demuestra que “lo nuestro” no es un imposible . Al contrario, frases sencillas como “Sentirse que uno es del otro”, “Siempre nos hemos dicho que nos queríamos.”, “Sobre todo, mucho respeto” o ”El amor, el mejor combustible” nos hacen pensar que el éxito en el matrimonio no se puede dejar a la improvisación ni a la suerte, sino que hay que trabajarselo diariamente.
Pues bien, de todos los “consejos” que estas envidiables parejas quisieron compartir con nosotros ayer por televisión me quedo con esto:
- QUERER QUERER : Lo fundamental en el matrimonio es el compromiso de “te querré toda mi vida”.
- PENSAR EN EL OTRO: Como dice Gerardo Castillo en su libro Confidencias de casados, famosos y felices – Claves para crecer como matrimonio :“Aceptar al otro como es, sin pretender cambiarle; encontrar tiempo diario para estar juntos y conversar de cosas personales; vivir la mutua comprensión hasta el grado de la complicidad; descubrir y admirar de modo permanente nuevas facetas y cualidades en el otro cónyuge; conquistar al otro cada día, sin tomarse descansos en el amor; cuidar los pequeños detalles en la convivencia; mantener el mutuo respeto de palabra y de obra”.
- CRECER JUNTOS: Reconocer y aceptar que las crisis, pequeñas o grandes, internas o externas, individuales o familiares nos deben servir para aprender, intercambiar sentimientos, corregir actitudes y volver a empezar. Así crecemos como personas, como matrimonio y como familia.
Y todo ello con grandes dosis de optimismo y sentido del humor.