El Papa anuncia la apertura de la causa de beatificación de Juan Pablo II


CIUDAD DEL VATICANO, 13 Mayo 2005 (VIS)



Benedicto XVI anunció hoy públicamente la apertura de la causa de beatificación de Juan Pablo II, dispensando de los cinco años de espera que deben transcurrir tras la muerte de un Siervo de Dios. El Papa dio la noticia durante un encuentro con el clero romano en San Juan de Letrán.

El rescripto está firmado por el prefecto y el secretario de la Congregación para las Causas de los Santos, respectivamente el cardenal José Saraiva Martins y el arzobispo Edward Nowak y lleva fecha del 9 de mayo de 2005.

Después de trasladarse esta mañana en automóvil al Vicariato de Roma, el Papa saludó en el Aula della Conciliazione al personal de las oficinas de ese organismo y visitó el apartamento pontificio.

Posteriormente, Benedicto XVI se dirigió a la basílica de San Juan de Letrán, para encontrarse con el clero de su diócesis. Tras un breve saludo del cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, el Papa pronunció un discurso.

El Santo Padre dijo que "la extraordinaria experiencia de fe, que hemos vivido con ocasión de la muerte de nuestro amadísimo Papa Juan Pablo II, nos ha mostrado una Iglesia de Roma profundamente unida, llena de vida y rica de fervor: todo esto es fruto de vuestra oración y de vuestro apostolado".

Tras hacer hincapié en la necesidad de "volver siempre a la raíz de nuestro sacerdocio", es decir, a "Jesucristo", Benedicto XVI dijo que los sacerdotes "estamos encargados de no decir muchas palabras, sino de anunciar y llevar una sola "Palabra", que es el Verbo de Dios hecho carne por nuestra salvación. (...) Tenemos que ser realmente amigos del Señor, tener los mismos sentimientos que El, querer lo que El quiere y no querer lo que El no quiere".

El Papa invitó a los presbíteros a hacer suyas las palabras de Juan Pablo II: "La Santa Misa es en modo absoluto el centro de mi vida y de cada jornada". Hablando de la obediencia a Cristo, recordó que "se concreta en la obediencia eclesial, que para el sacerdote es, en la práctica cotidiana, sobre todo la obediencia a su obispo".

Benedicto XVI recordó su homilía anterior al cónclave, cuando se refirió a la "santa inquietud" "que debe animarnos, la inquietud de llevar a todos el don de la fe". Tras poner de relieve que Cristo "nos llama a ser sus testigos", dijo que era necesario "estar con Dios", buscar la "íntima comunión con Cristo" para "no ceder a la fatiga y resistir, es más, crecer, como personas y como sacerdotes".

"El tiempo para estar en la presencia de Dios -continuó- es una verdadera prioridad pastoral, en último término, la más importante. Nos lo ha mostrado en el modo más concreto y luminoso Juan Pablo II, en todas las circunstancias de su vida y de su ministerio".

El Santo Padre afirmó que "la respuesta personal a la llamada a la santidad es fundamental y decisiva. Esta es la condición no solo para que nuestro apostolado personal sea fructífero, sino también para que el rostro de la Iglesia refleje la luz de Cristo".

"Mi ministerio como Obispo de Roma se sitúa en el surco del de mis predecesores, acogiendo en particular el patrimonio precioso que nos ha dejado Juan Pablo II: caminemos por esta vía, queridos sacerdotes y diáconos, con serenidad y confianza".

Terminado el discurso, Benedicto XVI escuchó las preguntas y reflexiones de varios sacerdotes y religiosos y las comentó brevemente. Después regresó en automóvil al Vaticano.