El fraude de las células embrionarias es la punta de un iceberg
Natalia López Moratalla
Catedrática de Bioquímica
Universidad de Navarra
La obsesión por conseguir células madre embrionarias daña a la ciencia, a la reputación de Corea, y hunde al investigador que queda como único culpable del escándalo. El trabajo que ponen en berlina tiene una larga historia. Quizá sea el momento de revisarla. La controversia ha conmocionado a quienes mantenían confianza en la investigación con embriones, especialmente enfermos incurables y sus familiares. Las células embrionarias no on aptas para curar y tampoco para investigar. Sin embargo, algunos vieron en las de Hwang la ocasión para dilatar las promesas de curaciones y promocionar la clonación.
No hace falta obtener un clon en estado embrionario para llegar a tener células madre a la carta, por este procedimiento, pero sí muchos óvulos de mujer. Hwang, sus 23 colegas coreanos y el científico Schatten de la Universidad de Pittsburgh, publicaba en mayo la obtención de 11 líneas de células embrionarias que portaban material genético incluso de varones enfermos de diabetes, daño en la médula y trastornos genéticos de la sangre. La eficacia técnica era sorprendente. Con la misma técnica utilizada meses antes y sin más cambio que la menor edad de las donantes de óvulos, el éxito se multiplicó por diez. Tanta eficacia que, aunque el trabajo no afirmaba haber clonado pacientes hasta el estado de embrión, muchos pensaron que se estaba a punto de llegar a generar un verdadero embrión humano clónico.
En octubre Seúl se convertía en la “capital mundial de la clonación terapeútica”. Los investigadores de occidente podríamos mandar células al Banco Mundial y ellos transferirían esos núcleos a los óvulos donados por las chicas coreanas; conseguirían células en cantidad para vendérnoslas; nosotros investigaríamos con ellas y tal vez alguno llegara a encontrarles aplicaciones terapéuticas. Los problemas comenzaron a cercar a Hwang tras admitir éste que los óvulos los habían donado dos miembros de su laboratorio y que habían pagado al resto de las donantes y aunque muchos en Corea piensan que esto no es grave, tuvo que dimitir como director del Centro recién creado.
Algo no cuadra. Es raro escandalizarse así por el hecho de haber pagado; ciertamente no está nada bien y tampoco es justo inventar las firmas de la donación gratuita. Pero ¿alguien puede creer en una donación totalmente gratuita cuando la donante pasa por un tratamiento hormonal con consecuencias y una mini-intervención para extraer los óvulos? Es curioso, que las mismas molestias infringidas con la multiovulación, a la mujer que quiere ser madre, se consideren lo suficientemente fuertes para que las clínicas de FIV congelen los embriones en vez de repetir el tratamiento y la punción. Criticando en su día el trabajo de Hwang, Magnus y Cho de la Universidad de Stanford señalaban: “Entre un 0.3 y un 5-10% de las mujeres a las que se le induce la hiperovulación experimentan un grave síndrome de hiperestimulación que produce dolor, a veces exige hospitalización, fallo renal, posible futura infertilidad, e incluso la muerte”. Es un riesgo que no va en beneficio de las donantes, sino en una hipotética investigación de interés. Es correcto gratificar a los voluntarios en concepto de suplir gastos de transporte, ausencia del trabajo… Es como una “propina” pagar 1.430 $ a las donantes de óvulos. La responsabilidad no acaba con la denuncia sino con la prohibición total de usar óvulos humanos. Es un abuso pagar y lo es también potenciar heroínas pro-ciencia. Más aún, cuando lo que llaman “clonación terapéutica” no es terapia real y posiblemente no lo sea nunca y se conoce que las propias células del enfermo son validas terapéuticamente.
A comienzos de mes Hwang notificó a Science que una figura de la publicación on line tenía imágenes duplicadas y pocos días antes había rectificado que de las 11 líneas que decía que habían pasado el control de comprobación de ser célula madre embrionaria, sólo tres lo hicieron. La televisión coreana MBC emitió un documental muy crítico. El coautor americano del trabajo se retira y un portavoz de su Universidad crea una comisión de investigación. Una explicación plausible es el interés de tantos en mantener la idea de que Hwang había logrado la “clonación terapeútica”. En julio pasado, y nada menos que en la revista NEJM, Perry llamó la atención acerca de que Hwang eludía el termino clonación y evitaba hablar de embrión humano. Incluso apostillaba que este intento de disimulo lo habían tenido otros en experimentos con animales manipulando los datos. NEJM permitió el error a Perry; su agenda pro-clonación es obvia: había manifestado el 17 de julio de 2003 que acogerían los artículos sobre células madre embrionarias, ayudando así a mantener las promesas “terapéuticas” de la clonación humana.
La grotesca granja de embriones
Un último hecho. La clonación de primates, incluso sólo hasta el estado de embrión malformado, no se ha logrado nunca y es posible que no esté cercana. Pero hay empeño en seguirla intentando y arropar la investigación como solidaridad con los enfermos. Lanza, de la empresa biotecnológica ACT, publica y lanza al “mercado” dos nuevas ideas para el progreso de las células embrionarias, sencillamente demenciales. Una arrancar una célula a embriones de ocho células, generados in vitro, para hacer un banco de células. Otra su clonación terapéutica en ratón sobre la base de obtener un clon en fase de embrión, ponerlo a gestar y cuando ya es un feto que ha domesticado sus células, abortarlo y sacar las células madre fetales y así tener células de corazón. No palidece a plantear este procedimiento como un camino nuevo para tratamientos humanos. Una vez más hay que decir que si se necesitan esos tipos celulares existen métodos honrados para obtenerlos y que las células del enfermo están cumpliendo ya con su función de regenerar las células estropeadas.
Habría que poner sobre la mesa las agendas pro-clonación de nuestros políticos ante la inminente aprobación de la ley de la investigación biomédica. No tiene justificación posible. Tampoco la tendría que no se revisase, a raíz del escándalo coreano, el no menos escandaloso uso de nuestros fondos públicos de I+D para proyectos con células madre. La cuestión es importante y los enfermos se lo merecen.